Los relatos de trabajadoras sexuales que leerás a continuación han sido compartidos por la revista VICE y nosotros los hemos recogido, porque creemos que esto va más allá de la relación de una trabajadora con un cliente, si no que también es aplicable a las relaciones de una noche y

Se nos sigue considerando parias de la sociedad, incluso aquí, en el Reino Unido, donde ejercer esta actividad de forma individual es legal, pero hacerlo con una amiga, por razones de seguridad, se considera una infracción. Por eso digo que nuestros clientes favoritos realmente son los que respetan nuestros procesos de selección, los que nos pagan, los que no nos acosan o nos humillan mientras nosotras no perdemos la sonrisa y asentimos.

Mis clientes favoritos leen con detenimiento mi sitio web, se aprenden mis horarios, tarifas, servicios y mi forma de contacto preferente. No se quejan si les pido un depósito ni me piden servicios que no ofrezco. Respetan mis horarios y no me llaman por teléfono, con la polla en la mano, para correrse gratis mientras hablan conmigo. Tampoco se presentan antes de la hora, cuando aún estoy abrochándome el corsé.

Mis preferidos son comunicativos y suelen repetir: cuanto más a menudo veo a un cliente, mejor nos lo pasamos los dos. Tengo una clienta desde hace tres años a la que le encanta que le inflija dolor intenso, y es una de mis favoritas porque entre las dos hemos creado formas nuevas, más eficaces y seguras, de darle placer. Pregunté a otras trabajadoras del sexo qué hace que un cliente se convierta en su favorito y esto es lo que me contaron.

Britney*
25 años
EUA

Por lo general, mis mejores clientes son señores de 65 años o más. Supongo que es porque entran en una etapa de sus vidas en las que se sienten solos. Además, tienen asumidos los límites en la relación cliente / trabajadora y no intentan sobrepasarse. Son clientes que siempre repiten.

Neil tiene 96 años y es adorable. Nunca hemos pasado de que me acaricie o me dé besitos por el cuerpo cuando aún estamos vestidos de cintura para abajo. Decir que es tremendamente respetuoso conmigo es quedarse corta. Es un alivio saber que cuando estoy con él no corren peligro mi integridad ni mi privacidad. Muchas veces tenemos momentos de gran intimidad en los que nos contamos cosas de nuestras vidas.

También está Terry, un abogado de sesenta y largos al que le vuelve loco el látex y los tacones de vértigo. En los últimos tres años ha perdido un poco de esa chispa graciosa que solía tener. Es muy creativo y atrevido en la cama, pero cada vez está peor de la vista y cuando viene a verme tiene que llevar el monitor cardiaco. Nuestras sesiones son muy extenuantes y siempre está derrochando generosidad haciéndome regalos y dándome propinas. Nuestra relación se basa en la confianza y el respeto mutuos.

Alicia*
19 años
Reino Unido

A N le intrigaban mi sinceridad y mi franqueza. A diferencia de otros clientes horribles, no me trata con condescendencia por mi educación o mi edad. Nuestra relación profesional parece más una amistad en la que los límites están claramente trazados y se respetan. Es uno de mis favoritos porque me hizo ver que podía venderme basándome en personalidad y mi aspecto. Ahora dejo bien claro que no quiero que los clientes me contraten por ser una adolescente cachonda, sino una adolescente cachonda “y más”.

Uno de mis favoritos es K, al que le gusta llevar la batuta en nuestros encuentros sexuales. Con el tiempo me he sentido cómoda como para sugerirle cosas nuevas. Siempre tengo la sensación de que mi relación con K evoluciona, no solo profesionalmente, sino como amistad.

Mis mejores servicios han sido con clientes que parecen disfrutar el tiempo que pasan conmigo, no solo por mi aspecto o la calidad del servicio, sino también por mi forma de ser. Siempre son bienvenidos los clientes limpios, puntuales, que respetan mis límites profesionales y personales y que me pagan bien. Pero lo que los convierte en favoritos es el hecho de que nos gustemos mutuamente como personas.

Cordelia
26 años
Londres

Mis clientes preferidos no son los más jóvenes o atractivos, sino los que son sinceros cuando me dicen que estoy fantástica, aunque aparezca con una carrera en las medias o una uña rota. Son los que me envían fotos de sus mascotas, no de sus pollas, y los que respetan mi intimidad como yo respeto la suya.

Mis clientes preferidos entienden que cuando cancelo una cita es porque soy humana y tengo un problema de salud o una emergencia familiar. Nunca actúan como si tuvieran derecho sobre mi tiempo. Son los que me pagan la tarifa completa cuando cancelan a última hora porque entienden que contaba con ese ingreso y que, como empresaria, tengo gastos que cubrir al margen de que se produzca o no esa cita. Mis clientes favoritos son joviales, generosos, limpios y respetuosos.

Algunos de mis clientes estrella incluso me presentan a sus parejas y me regalan sesiones para hacerme feliz. Para mí eso es un gesto muy feminista, indica que las mujeres merecen el mismo placer por el que suelen pagar los hombres. Hay que señalar que los clientes que tengo no son todos hombres con pareja.


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