Era joven y guapo, el orgullo y la alegría de su madre; pero murió atormentado, ciego, enfermo y paralizado, a la edad de diecisiete años. Si hubiera conocido los peligros de la masturbación, podría haber vivido una vida mejor.

Esta, en resumen, fue la advertencia a los jóvenes franceses publicada en Le Livre Sans Titre (El libro sin título) en 1830. En aquella época, la masturbación era considerada por moralistas y médicos como una enfermedad que conducía a una muerte prematura.

En 1716, el Dr. Balthazar Bekker publicó un panfleto sobre este “pecado atroz” de “auto-contaminación” titulado Onania, que advertía al lector que el autoabuso conduciría a:

Trastornos del estómago y la digestión, pérdida del apetito o hambre voraz, vómitos, náuseas, debilitamiento del sistema respiratorio, tos, ronquera, parálisis, debilitamiento del órgano reproductor hasta el punto de la impotencia, falta de libido, dolor de espalda, disminución de las capacidades intelectuales, pérdida de memoria, ataques de rabia, locura, idiotez, epilepsia, fiebre y finalmente suicidio.

Era joven y guapo … el orgullo de su madre

Pero no es la única publicación…

En el Diccionario Médico de 1745, el Dr. Robert James declaró que el onanismo era responsable de “los trastornos más deplorables y generalmente incurables”.

¡Se corrompió! Pronto carga con el castigo de su crimen, envejece antes de tiempo, su espalda se encorva.

Otro libro médico, L’Onanisme, del médico Samuel-Auguste Tissot afirmaba que el semen era un aceite corporal esencial, que cuando se desperdicia a través de la masturbación causaba:

… una reducción perceptible de la fuerza, de la memoria e incluso de la razón; visión borrosa, trastornos nerviosos, todos los tipos de gota y reumatismo, debilitamiento de los órganos reproductores, sangre en la orina, alteración del apetito, dolores de cabeza y otros numerosos trastornos.

Un fuego devora sus entrañas; sufre horribles dolores de estómago

Estos hombres no eran charlatanes, eran científicos muy eminentes y respetables que trabajaban en la época de la Ilustración. No es sorprendente que estos puntos de vista aparentemente informados y científicos se volvieran tan omnipresentes en el siglo XIX que acabaran recogidos en el alarmista cuento de Le livre sans titre.

Esta edición del libro fue encontrada por Jim Edmondson que escaneó las páginas y las publicó en su blog.

Mirad sus ojos, antes puros y brillantes; su brillo se ha apagado, una banda de fuego los rodea

No puede caminar, sus piernas flaquean

Sueños terribles perturban su descanso; No puede dormir

Sus dientes se pudren y se caen

Le arde el pecho; tose sangre

Su antes maravilloso cabello se le cae como a un anciano, se queda calvo prematuramente

Está hambriento y quiere comer; la comida no permanece en su estómago

Su pecho se colapsa; vomita sangre

Su cuerpo entero se cubre de pústulas; es una visión horrible

Una lenta fiebre le consume, le hace languidecer, todo su cuerpo arde

Su cuerpo se agarrota completamente; sus miembros dejan de moverse

Delira, se resiste a la muerte: la muerte es más fuerte

A los 17 años expira entre horribles tormentos.


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