Emily Houser comenzó a trabajar en el restaurante Chili’s de Pennsylvania cuando tenía solamente 16 años. Su jefe, Josh Davison, tenía 24. Mantenían una buena relación, como con el resto de sus compañeros. Emily los consideraba a todos sus amigos… pero en menos de un mes, las cosas comenzaron a ponerse extrañas de parte de Davison.
El hombre se fijó inmediatamente en ella y era explícito al señalarle que quería tener una relación con ella. Desde el primer momento, Emily intentó dejar los límites claros, y le dijo directamente que ella no tenía interés en él.
Pero él insistía. Primero eran flores y regalos, a los que ella se negaba… pero luego las cosas fueron alcanzando niveles que la incomodaron en demasía: trataba de darle dinero y la esperaba fuera de su casa manifestando que debía salir con él, que no tenía opción. Cuando ella seguía negándose, él decía que no le importaban las consecuencias: prefería perder su trabajo.
Dejó de ir en el día, y comenzó a visitarla en mitad de la noche. A las 3:00 am se paraba bajo su ventana esperando que ella saliera.
Fueron dos años liosos, hasta que las cosas llegaron a su límite: la señorita cumplió 18 y su jefe fue a buscarla a la escuela. Se puso en medio del estacionamiento con un auto lleno de regalos y le preguntó repetidamente si quería ser su novia. Volvía a hacerlo después de cada “no”.
Hasta que por fin entendió. Josh dejó de molestarla para que estuviera junto a él, pero comenzó a hacer algo que era hasta peor: fue verbalmente abusivo y físicamente invasivo con ella en el trabajo.
Emily decidió denunciarlo cuando vio que le interesaba una nueva niña… también muy joven. Ella había podido soportarlo, pero no quería que alguien más pasara por lo mismo. Los encargados de Chili’s respondieron de inmediato. No despidieron a Davison, pero lo transfirieron a otro local. Emily no estaba cien por ciento conforme, pero dejó las cosas hasta ahí.
El mayor impacto vino después, y lo recibió cuando vio una extraña fotografía en Instagram: uno de sus compañeros publicó la imagen de una torta que tenía escrito: “Jódete Emily Houser”.
El jefe era querido por su equipo, y los empleados comenzaron a escribir que eran del “Equipo Josh”. A la fiesta asistió hasta el manager general del local, quien estaba enterado de todo. Emily había pedido que todo fuera confidencial, pero al parecer, el mismo Josh se había encargado de contarles a todos lo que había pasado.
“El caso debía mantenerse entre nosotros dos. Éramos los únicos además de los encargados corporativos que sabíamos de la situación”.
-Emily Houser-
Y aunque ella consideraba a sus compañeros como algunos mejores amigos, optó por renunciar. Fue una de las peores sensaciones que ha tenido que vivir y lo peor fue que ellos no le hablaron más… solamente borraron la cuenta en la que habían publicado la fotografía.
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