El Planeta Tierra cuenta con una capa externa de rocas, la cual se conoce como la “Corteza Terrestre”. Esta corteza no es uniforme, sino que está a su vez formada por placas rocosas que reciben el nombre de “Placas Tectónicas”. Debido a que las Placas Tectónicas flotan en el manto basáltico de la tierra, estas placas se mueven. La presión, fricción, choque o superposición entre las Placas Tectónicas libera bruscamente una inmensa cantidad de energía elástica en el interior y superficie de la Tierra en forma de ondas sísmicas, las cuales producen los Terremotos (del latín: terra “tierra” y motus “movimiento”) o Sismos (del griego σεισμός: “temblor” o “temblor de tierra”).

Según la ciencia,  los Terremotos o Sismos no son más que el resultado de los movimientos entre las Placas Tectónicas; pero ¿qué nos dice la Biblia sobre los Terremotos? ¿Son éstos tan sólo un proceso normal de la Tierra o hay algo más detrás de ellos?

La Biblia nos dice que en el día sexto de la creación, Jehová Dios vio todo lo que había hecho, y que todo era bueno en gran manera (Génesis 1:31). Esto, claro está, incluía a la tierra como tal. Sin embargo, al pecar Adán y Eva en el huerto del Edén (Génesis 3:6), una de las consecuencias de su pecado fue que Dios maldijo la tierra:

“Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.” (Génesis 3:17)

Desde ese momento la tierra ya no fue la misma. Esa maldición que vino sobre la tierra a causa de Adán sigue siendo evidente hasta nuestros días, con áreas desérticas (Salmos 107:33), tierras de escasa o nula fertilidad y productividad (Génesis 3:18), climas que amenazan la vida humana y animal; todo esto sumado a la avaricia del hombre (Proverbios 28:22) quien la continúa destruyendo para enriquecerse monetariamente, lo cual intensifica las catástrofes en el planeta.

Por eso, las Escrituras nos dicen que aun la creación misma fue sujetada por Dios ha vanidad y corrupción (Romanos 8:19-21), y que ésta gime por ser libertada por Dios de esta maldición:

“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;” (Romanos 8:22).

Toda la creación de Dios al igual que nosotros desea que Cristo Jesús la transforme porque el pecado y la destrucción a nivel mundial se tornan cada vez más fuertes y agobiantes (Romanos 8:23). Aun los científicos están anunciando (Lucas 19:40) que el Planeta Tierra es un ente vivo, y que éste cada vez más está reaccionando a través de desastres naturales, como un gesto de dolor, ante la destrucción que el hombre le produce. La Tierra y lo que en ella habita está gimiendo y agonizando. No obstante, las Sagradas Escrituras nos enseñan con más profundidad que cualquier estudio científico cómo se producen los Terremotos:

“Sea la gloria de Jehová para siempre; Alégrese Jehová en sus obras.
El mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean.”
(Salmos 104:31-32).

Nuestro Dios es el Todopoderoso. Él, con sólo mirar la tierra, la hace temblar, y con sólo tocar un monte, lo hace humear (posible alusión a la actividad volcánica que acompaña a los Terremotos). ¡Gloria a Dios!

¿Por qué Jehová Dios querría hacer temblar la tierra con sólo mirarla? La principal razón es por Su indignación a causa del pecado que el ser humano practica sobre la tierra (2 Samuel 22:8). En una ocasión el Salmista le dijo a Jehová:

“Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste; Te has airado; ¡vuélvete a nosotros! Hiciste temblar la tierra, la has hendido; Sana sus roturas, porque titubea.” (Salmos 60:1-2).

Vemos cómo el Salmo 60 empieza con un ruego ante Dios, en el cual se reconoce que las calamidades se debían a que Dios los había desechado, ya no contaban con su respaldo; y hasta la tierra se encontraba hendida (abierta, rajada) a causa del temblor de tierra que Jehová había permitido.

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña en su Palabra que los Terremotos son parte de las señales de los últimos tiempos. Éstos están incluidos en los principios de dolores antes del Arrebatamiento de la Iglesia y el inicio de la Tribulación (Mateo 24:7-8). Cabe mencionar que las señales como los Terremotos no sólo han servido para anunciar acontecimientos profetizados en las Escrituras, sino también para que la gente crea que Jesús es el Hijo de Dios.

La Biblia describe que al morir Jesús en la cruz, el velo del templo se rasgó, de arriba hacia abajo, y que la tierra tembló con tal intensidad que aun las piedras se partieron, y gente que había muerto en santidad resucitó (Mateo 27:50-53). Es de vital importancia notar que debido a estas cosas el Centurión y los que estaban con él confesaron a Jesús como Hijo de Dios:

“El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios.” (Mateo 27:54).

Cuando Pablo y Silas estaban presos en Filipos, Dios también usó un fuertísimo Terremoto (Hechos 16:25-26) para estremecer los cimientos de la cárcel, a fin de que el Carcelero y su familia creyesen en Jesús (Hechos 16:27-34). De igual forma, en la actualidad Dios sigue permitiendo eventualidades como los Terremotos para que aun la gente incrédula pueda ver que Dios y Su Palabra son reales.

El Salvador ha estado en estos últimos días siendo afectada por múltiples Terremotos de diferentes magnitudes. Lo impactante es que muchas personas han hecho un alto en sus vidas desenfrenadas (Lamentaciones 3:40-42), y han tenido un tiempo junto a sus familias para reflexionar y entender que en verdad necesitan volver a los pies de Jesucristo.

Si tu alma está a cuentas con Cristo, no debes temer mal alguno, pues profetizado está en la Biblia que nuestro Dios conmoverá la tierra con Terremotos, muchos de los cuales ni siquiera experimentaremos (Isaías 24:19-20, Hageo 2:6-7, Apocalipsis 6:12, 8:5, 11:13, 16:18). Estar en comunión con Cristo te da una paz tan especial que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7) y una seguridad que ninguna empresa bancaria ni de seguros te podrá dar (Filipenses 1:21). Pero si tú sabes que tu alma no está bien delante de Cristo, entonces sí tienes motivos para estar lleno de miedo a causa de los Terremotos y otros fenómenos (Lucas 21:25-26) porque tu vida física y espiritual están en alto riesgo.

 

¡Cristo viene en breve por su Iglesia! ¡Amén!

Les ama en Cristo,

Hno. May


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