Nadie quiere ser víctima de ghosting, en cuanto empiezas a descubrir que en tus redes sociales ya no aparece entre tus amigos o contactos la persona de la que te estabas enamorando, tu piel se eriza y tu corazón late más rápido.

Desaparecer de la faz del Internet no sólo es una moda, sino parte de una problemática social basada en el miedo al compromiso y la dificultad para crear lazos reales. Dejar de recibir respuesta, recibir notificaciones de que los mensajes enviados fueron rebotados o encontrar que todas la fotografías juntos fueron borradas del álbum de Facebook, es tan sorprendente como hiriente.

A esta desaparición repentina se le conoce como el efecto fantasma; pero más que miedo, el ghosting provoca furia y tristeza a quien se ve en la necesidad de aceptar que todo ha acabado.

 

Desilusionarte al darte cuenta de que para el otro sólo fuiste algo pasajero no sólo ocurre a través de esa táctica de huída. También es cada vez más común que, tanto hombres como mujeres, se percaten de ser únicamente una reserva para su “pareja”. Ese decir, aquella frase de “eres su velita prendida” es la que ahora se reconoce como benching: una cruel práctica para mantener interesado a alguien con quien no buscas una relación larga y formal, sino sólo pasar un buen rato.


Ya sea que tú seas víctima de bench o que lo practiques sobre alguien, esta táctica gira alrededor de un engaño. A partir de mentiras piadosas, muestras de cariño engañosas y una comunicación confusa, tanto el que miente como el que le cree se envuelven en una dinámica complicada, lastimosa y tóxica.

El punto de partida del benching es el egoísmo, pues quien textea o llama a su “peor es nada”, domina a la perfección que sólo quiere su atención e interés para sentirse admirado y deseado; mas nunca ha estado realmente interesado en una relación real. Una vez más las redes sociales son partidarias de este fenómeno, pues a través de la pantalla, con emoticones y todas las otras opciones que te brindan las apps, es más fácil fingir que la otra persona sí tienen una esperanza contigo.


La realidad es que el benching es, por donde se vea, un juego en el que se arriesgan los sentimientos de la persona que sí quiere comprometerse. Lo que es cierto es que existe un punto de inflexión dentro de todo este embrollo: al principio es difícil descifrar si la otra parte sólo juega contigo o si es alguien a quien le cuesta demostrar sus emociones; después de cierto periodo, es más sencillo aceptar que sólo te mantienen ahí para alimentar su ego.


Sin importar la razón por la que alguien ejecuta esta cruel práctica, detrás de la acción se esconden muchas inseguridades. La realidad es que quien aplica un bench no debería necesitar de los mensajes o la atención para sentirse valioso o suficiente. No se trata de culpar a la tecnología, sino de aceptar que ilusionar a alguien, alargando un encuentro o enviando mensajes románticos y falsos, es tan curen como desaparecer de la nada. Una explicación o un simple adiós se agradece bastante en lugar de esperar a que algún día la otra persona aclare la situación.

Si alguien te propone reunirse contigo, salir, cenar o cualquier otra cosa y eso nunca sucede, deberías analizar si tal vez te estás convirtiendo en víctima de benching. Por el contrario, si estás acostumbrado a recibir mensajes de tus distintos admiradores, responderles con caritas y emojis; pero siempre posponer, entonces deja de mentirles a todos y, principalmente, a ti mismo.

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