Noah Wall tenía pocas posibilidades de sobrevivir producto de una terrible enfermedad.

Shelly Wall estaba embarazada cuando los doctores le dieron, a ella y a su esposo, una terrible noticia: su hijo no sobreviviría más que un par de días.

El pequeño tenía hidrocefalia y, por consecuencia, no sólo su cabeza era muy grande, sino que también casi no tenía cerebro.

Sin embargo, el pequeño Noah Wall le ganó a los pronósticos y sobrevivió. Si bien su desarrollo fue mucho más lento que el de cualquier niño, logró aprender a hablar y a realizar cosas básicas.

Cuando tenía 4 años, los doctores quisieron ver su condición y lo que vieron en las radiografías fue simplemente increíble: su cerebro había comenzado a crecer y a desarrollarse.

“Rob y yo rompimos a llorar cuando escuchamos la noticia. Fue como un sueño, nunca hemos visto nada igual. Incluso los médicos lloraban sorprendidos de lo que Noah había conseguido hacer” contó Shelly.

El caso de Noah se continúa estudiando y se enseña en hospitales y universidades. Su historia inspiró a la BBC para realizar un documental sobre su recuperación, que se llamará “El niño sin cerebro”.

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