Poco hay que decir sobre lo que ocurre en la mente masculina cuando se abre la posibilidad del sexo anal. La perspectiva de aprovechar una alternativa distinta se presenta para la mayoría como un experimento, sin duda, tentador. Eso sí, la sorpresa llega cuando desde la fantasía uno tiene que pasar a la realidad y aparecen entonces los inesperados “problemas logísticos”.
No descubrimos un nuevo continente si decimos que la técnica no es tan simple como en los vídeos de las páginas para adultos. Lo cierto es que a menudo es necesario utilizar todo un ritual para poder llevarlo a cabo que puede incluir caricias, orgasmos previos, y mucho, mucho lubricante.
Si la tarea es engorrosa para el hombre, podemos empezar a intuir lo que significa para ellas. Mejor, por tanto, mostrar un poco de empatía y entender de verdad cómo se vive la experiencia desde la perspectiva del sexo convexo.
Es muy intenso, aunque no sabría decir si en el buen o en el mal sentido de la palabra. De hecho, no lo puedo practicar con frecuencia
Como confiesa la mujer que se oculta bajo el pseudónimo de Cat a ‘Askmen’ lo fundamental antes de atreverse con el sexo anal es que ella se sienta preparada. Días o incluso semanas utilizando juegos menos agresivos, mientras se experimenta con las sensaciones, puede ser la clave del éxito final.
Ellas tienen la palabra
La colaboradora de ‘Bustle’, Amanda Chatel, explica que al igual que sucede en el caso de los hombres, “el sexo anal para las mujeres es la última frontera. Una vez lo pruebas sientes que puedes realizar cualquier cosa que lleve la etiqueta de tabú”. Las declaraciones de Cat nos sirven para aproximarnos a las impresiones que se forman en la cabeza de una fémina que se decide a intentarlo por primera vez: “Siendo sincera, a mí me dolió. Solo puedo describir la impresión como ‘abrasadora’. Mi cuerpo no estaba acostumbrado a esta dilatación. Sin embargo, en el fondo, es también una pequeña descarga eléctrica de placer que según avanza va sustituyendo al dolor. Empecé a escuchar a alguien gimiendo y era yo. De repente el acto se volvió íntimo, ligeramente doloroso y maravilloso al mismo tiempo”.
El abanico de sensaciones se despliega, por tanto, en el caso de ellas desde el placer hasta el suplicio. Veamos con más detalle los diferentes matices de tan complicado espectro.
Un paso más
Madison, de 28 años, cuenta a ‘Bustle’ que “el sexo anal me pareció más intenso y acabó activando terminaciones nerviosas hasta entonces desconocidas”.
El ano se encuentra, efectivamente, repleto de nervios y dicha particularidad lo convierte en una parte del cuerpo extremadamente sensible. Por ello, si ser impetuoso con una mujer al inicio no es una buena idea para la mayoría de los encuentros, en el caso del sexo anal, la posibilidad de equivocarse siguiendo esa actitud es casi segura. Muchas relatan la importancia de probar antes técnicas menos “penetrantes”, como la masturbación de dicha zona empleando un dedo.
Cuando se combina con la estimulación del clítoris o de la vagina es… ¡guau! Cada movimiento, roce o clímax se siente hasta 10 veces más potente
La cantidad de terminaciones nerviosas hace que la experiencia para muchas sea excepcional. Cuenta Madison: “me siento más próxima a mi pareja y al mismo tiempo me parece que estoy absorbiéndole dentro de mí. Si tengo sexo con penetración, llego al orgasmo con más facilidad si es a través del sexo anal, y si lo hacemos utilizando la posición del perrito o de pie, ligeramente inclinada, llega a estimularse mi punto G”.
Lynne, de 27 años, cuenta también la experiencia se convirtió en su caso en un completo chute de sensaciones: “Es una sobrecarga emocional. Mientras esté relajada, haya bebido una buena cantidad de vino, y haya utilizado lubricante, la impresión es buena. Pero se tarda tiempo en conseguir llegar allí. Las primeras veces que lo probé, la impresión fue horrible, pero me di cuenta de que lo estaba haciendo mal. Si quieres disfrutar, necesitas lubricante y mucho”.
Para algunas mujeres, la práctica es una excusa para seguir progresando en las experiencias que brinda el cuerpo. Según Jen, de 35 años: “El sexo anal por sí mismo esta bien, pero cuando se combina con la estimulación del clítoris o de la vagina es… ¡guau! Cada movimiento, roce o clímax se siente hasta 10 veces más potente”.
Como en el caso de Cat, no son pocas las mujeres que no saben explicar bien lo que vivieron. Comenta Chelsea, de 29 años: “Es muy intenso, aunque no sabría decir si en el buen o en el mal sentido de la palabra. Es tan viva la sensación que no lo puedo practicar con frecuencia. Siento que no tengo suficiente control sobre esa parte de mi cuerpo”.
Sobra decir que la práctica no tiene por qué ser introducida en todas las parejas. Como resumen, en el caso de que se quiera probar, lo fundamental es la confianza, la experimentación previa y desde un punto de vista material, que no falte el lubricante.
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