A pesar de lucir muy distinta físicamente, la deportista priorizó mejorar su tenis y los resultados empezaron a darse rápidamente.

Cuando Simona recién se hacía un nombre en el mundo del tenis, decidió algo sumamente difícil para toda mujer: reducir el tamaño de sus senos.

El motivo era entendible, ya que según la propia tenista, le impedía realizar su mejor juego. “Es un peso que dificulta mi habilidad para reaccionar con rapidez. Este busto me hace sentir incómoda al jugar”, dijo.

La decisión que tomó Simona fue acertada, pues poco tiempo después de la operación, empezó a mejorar su tenis.

Ya no sobresalía por su físico, sino por su talento en la cancha. “Estoy más agresiva en la cancha. Me muevo muy bien, estoy corriendo mucho y me siento muy pero que muy bien”, reconocía al tiempo de volver al circuito.

Simona redujo los 95 centímetros de su busto natural los redujo a 75. El nuevo tamaño se ajustaba mejor a sus 60 kilos y su 1,68 metros, por lo que comenzó a dominar mejor sus movimientos y su carrera fue en ascenso. Rápidamente llegó al top 10 y finalmente alcanzó su cometido: ser la número uno del mundo.


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