Una cachetada, golpear con la correa o dar palmadas son castigos que probablemente sufriste si ya eres adulto.Esto se debe a que anteriormente no existía conciencia del daño que puedes causar al castigar a tu hijo físicamente y por el contrario, se creía que era mejor corregir fuertemente a un niño, con ello estabas formado a un adulto responsable y obediente a futuro. Es cosa de recordar el dicho: la letra con sangre entra.
Afortunadamente las políticas educativas han cambiado, se ha generado más empatía con el comportamiento rebelde de los niños y se ocupan mejores estrategias que no incluyan los golpes para lograr un buen comportamiento.
Como se ha tomado conciencia de lo negativo de los golpes, se ha comenzado a estudiar las consecuencias negativas que puede tener para un adulto haber sido golpeado de niño, llegando a preocupantes conclusiones.
En la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Michigan, recopilaron datos de más de 150.000 niños durante un período de 50 años para llegar a una conclusión bastante alarmante: los castigos físicos en la infancia pueden dejar secuelas, consigna el medio The Atlantic.
Algunas de las consecuencias que se presentaron son: “baja ética moral, agresión, comportamiento antisocial, introvertidos, problemas de conducta, problemas de salud mental, negativas relaciones entre los progenitores y los hijos, deterioro de la capacidad cognitiva, y falta de autoestima”
En la investigación, se encontró en un 99% de los análisis una relación entre los golpes y al menos un resultado perjudicial.
Teniendo en cuenta los castigos físicos, especialmente las nalgadas que son unos de los más comunes, no solucionan los problemas de conducta, se recomienda a los padres evitarlas y buscar otras formas de imponerse ante los niños: “No hay pruebas de que las nalgadas sean beneficiosas para los niños y toda evidencia apunta al riesgo de que haga daño”