Los tatuajes pueden significar cualquier cosa, pero las coronas han sido utilizadas por cierto tipo de personas con fines macabros…

Para muchos los tatuajes son ese recuerdo de años de juventud que orgullosos -o tal vez no tanto- se lleva para siempre. Frases célebres, nombres, palabras a recordar, rostros, animales y otros tantos diseños que son parte de las elecciones más comunes de esta generación, obsesionada por otorgarle significado a todo. Pero existen también aquellos tatuajes que esconden un triste u oscuro pasado.

Ésa es la historia de Jennifer Kempton, una mujer de Ohio, Estados Unidos, que pasó más de cinco años como una esclava sexual después de una infancia difícil. Fue violada a los 12 y poco después sometida a la prostitución. En esa época fue maltratada sexual y físicamente, convirtiéndose además en una adicta a las drogas.

Jennifer, como muchas mujeres, ni siquiera pudo escoger la tinta de los tatuajes que se iba a hacer. En vez de eso, fue obligada a llevar de por vida las marcas de “propiedad de…” un proxeneta.

Pero a las mujeres víctimas de tráfico sexual no las marcan con cualquier tatuaje. A menudo llevan uno de corona que va acompañado del nombre de su proxeneta.

En 2013, después de un intento de suicidio que falló al romperse la cuerda con la que planeaba colgarse, Jennifer decidió escapar del sótano de la vieja casa donde la mantenía su proxeneta.

Sin embargo, además de tener que lidiar con el síndrome de abstinencia por la falta las drogas, a diario venían a su mente los fantasmas de aquellos hombres que la “poseían”. Sus nombres seguían plasmados en su cuerpo.

Tardó en ahorrar el dinero suficiente, pero al final consiguió un nuevo tatuaje para cubrir ese tenebroso pasado. Así fue como Jennifer descubrió un nuevo propósito de vida: Ayudar a otras mujeres víctimas de tráfico sexual a deshacerse de las marcas de sus proxenetas.

“Fue tan liberador sacar su nombre de mi cuerpo y tener lo que quiero allí. Todo comenzó cuando vi mi cuello descubierto a la mañana siguiente en el espejo y no me recordó que formé parte de ese tipo de vida. Ahora tengo esto, una flor hermosa en apertura. Sentí que era justo y me dio un nuevo aliento de vida”.
Entonces Kempton decidió emprender con un centro de tatuaje, llamado Survivor’s Ink. Una fundación que recauda dinero para ayudar a las mujeres víctimas de esclavitud sexual a cubrir las cicatrices visibles de este triste pasado, con un tatuaje de su completa elección.

“Es algo que ata a esos recuerdos y te ata a esos sentimientos que tenías cuando te tatuaron. La idea es poder ser libre de la esclavitud y luego hacer una elección activa de: ‘Esto es lo que quiero en mi cuerpo, no el nombre de este hombre o el símbolo de esta pandilla. Quiero el nombre de mi hija, quiero una flor hermosa, quiero una escritura religiosa, quiero una mariposa para mostrar que tengo alas, y puedo volar’”.
-dijo Kempton.-


Para ella, más que ayudar a tapar las cicatrices, es importante escuchar las historias detrás de esos tatuajes.

“Quiero llegar a otras mujeres. Escuchar sus historias. Compartir la mía, así que incluso cuando no he sido capaz de luchar por mí misma, puedo luchar por ellas. Y en la lucha por ellas, estoy luchando por mí misma”.


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