Ir al ginecólogo no es precisamente una de las experiencias más agradables, pero no cabe duda de que algunas visitan son mejores que otras. Si bien es cierto que es una parte esencial del cuidado de la salud en una mujer, tener que enseñar las partes íntimas a una persona desconocida, hace que te sientas realmente incómoda. Sobre todo, teniendo en cuenta que tu ginecólogo puede ser del sexo opuesto, algo que todavía tensa más la situación. En este artículo hemos recopilado algunas de las historias reales más embarazas que una vez pasaron varias mujeres en el ginecólogo.

1. ”Mi primer ginecólogo me dijo que no pondría un DIU a menos que estuviera en una relación comprometida y monógama, lo cual me atrevería a decir que era una vergüenza. También era el médico de mi madre, y cada vez que yo llegaba a la consulta, me pregunta si me estaba “comportando”. Estoy segura de que también le preguntaba a mi madre si me estaba “comportando”. Mi madre dice que lo hacía de manera inofensiva, pero ahora veo a otra persona. Mi nuevo ginecólogo es genial, a excepción de una colposcopia sorpresa (un procedimiento en el que el médico utiliza un instrumento especial para examinar el cuello uterino y demás en busca de alguna enfermedad) que tuve en mi última visita. ¡Me podría haber avisado!
2. ”Fui a un ginecólogo que me diagnosticó displasia cervical (cambios anormales en las células de la superficie del cuello uterino). Además querer hacerme una conización láser (un tipo de biopsia), también quería someterme a un control de natalidad hormonal porque interfiere con el virus VPH. Cuando se lo dije al ginecólogo, me dijo, “¿dónde has visto eso, en Internet? No te puedes creer todo lo que lees ahí”. Y entonces le contesté: “No, en realidad me enteré en una conversación personal con el jefe de los Institutos Nacionales de Salud de inmuno-oncología, que se especializa en el cáncer de cuello uterino. Pero gracias igualmente”.

3. ”Tenía 18 años, y mi médico se encontraba fuera de la consulta, así que fue a otra mujer practicante. Yo llevaba un vestido, y cuando entré a la sala, me miró y preguntó alegremente: “¿Te importa si Charlie se une a nosotros?” Miro hacia abajo, y veo que Charlie es su perro blanco esponjoso. En una consulta médica. Donde está examinando mis partes íntimas. Yo era muy joven, pero tampoco hice nada ya que Charlie se había acostado sobre mis zapatos, así que asentí un poco. Sin embargo, tampoco volví a esa consulta”.

4. ”Yo era una adolescente muy responsable y le pregunté a mi primer ginecólogo qué hacer para perder mi virginidad (no es que importe demasiado, pero a mi novio de más de un año sí) de una manera menos dolorosa. Rápidamente, escribió mi edad, 18, en un pedazo de papel, me lo mostró, y dijo, “tienes esta edad. Si fueras mi hija…” Continuó hablando sobre lo joven que era y, esencialmente, me dijo que las relaciones íntimas eran malas. Todavía tengo ataques de rabia cuando pienso en ello”.

5. ”Fui a mi grupo médico habitual para someterme a un examen pélvico anual, por lo que pensé que sería como siempre, sin embargo, tenía un una doctora diferente. Al parecer, ella solía realizar exámenes rectales durante las citas sin ninguna explicación o advertencia previa. Cuando salí de la consulta, me sentía fatal, abusada y sacudida, por lo que me fui a comprarme unos zapatos caros. Todavía estoy traumatizada, y ya han pasado 12 años”.

6. ”Hace ya algunos años, me acerqué a mi consulta habitual porque quería que me pusieran un DIU, sin embargo, el ginecólogo nunca había escuchado el acrónimo ETS, por lo que dijo que no podía colocarme un DIU debido a mi estilo de vida “transitorio”. En ese momento, yo estaba soltera y sin pareja, pero quería ese dispositivo para poder trabajar en un mundo en desarrollo sin preocuparme por el control de la natalidad. No sé qué es lo que quería decir precisamente el doctor con mi estilo de vida.”

7. ”Tenía unos 24 años y mis relaciones íntimas habían sido dolorosas. También había estado en el ginecólogo una cuantas veces, pero siempre sufría un dolor insoportable, a veces hasta el punto de llorar. Es una larga y traumada historia. Vi a una mujer y le expliqué todo antes de empezar. Claramente tenía mucha prisa, por lo que pasó un poco de mi y comenzó. Cuando introdujo el espéculo, comencé a llorar, y ella me dijo que “creciera de una vez”. “Eres una adulta, y estás bien, todo terminará en unos minutos”, dijo. Lloré de dolor, y ella era demasiado antipática. No volví a ir al ginecólogo por algo así como seis o siete años porque me dejó traumatizada”.

8. ”Hace unos años, fui a una ginecóloga que era muy desagradable con el espéculo, y yo, de la mejor y más simpática manera que pude, le pedí que fuera un poco más suave. Ella me dijo dio un golpecito seco, y me dijo: “Bueno, a mí no me duele, así que no debería lastimarte”. ¡En serio, señora, tú no eres la que tiene una abrazadera de metal metida en sus partes íntimas, por supuesto que no te está haciendo da


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